28 octubre, 2008

El Dios llorón


(Ilustración: Miguel Hidalgo/Sobre Tiwanaku)


Sentado, con los ojos tristes, el viejo buscaba en el cosmos su vida ya perdida, y sólo encontraba lunas que se reían, cóndores que lo atacaban, serpientes que se le enredaban en el mismo corazón.
—Ande, abuelo: levántese, y no piense.
No movía un músculo. La cara, deforme, como una máscara, no dejaba reflejar cosa alguna; la piel, con decenas de círculos de vejez; y los ojos, y los ojos siempre en busca de su sol.
Quizás, el viejo, buscaba el calendario de la vida que ya no le quedaba, o acaso se encomendaba al Dios llorón.

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