28 septiembre, 2008

El balcón de tu mirada


(Ilustración: Goya/Maja desnuda)


El hombre, en pijama, aquella mañana de domingo soleada y hasta linda, asomado al balcón y escuchando el canto de sus pájaros y con el cigarrillo encendido, quiso desnudarse allí mismo, y a fe que empezó a hacerlo con la palabra, él, porque su vecina lo hizo de otra manera, dejando caer su camisón almidonado tan despacio que hasta los propios pájaros callaron, miraron y enloquecieron al instante, quizás para ponerle una melodía a aquel hermoso cuerpo preñado de maternidad.
Ella sonrió. Él le correspondió. Los dos, al unísono, percibieron lo bello de la vida por un instante, hasta que alguien, con su mano cobarde, corrió la cortina.