30 noviembre, 2010

Amor y guerra y figuritas de porcelana


(Ilustración: EFE/Un tanque ruso decorado con flores rojas en Praga)


(Fragmento de la novela "Una rosa en la penumbra" leído en CanariasAhora Radio el día 30 de noviembre de 2010) 

   
El volumen de la radio estaba alto, quizás demasiado. La voz del locutor era tan buena que por sí sola merecía la pena escuchar lo que fuera, incluso las malas noticias. Carmela, la Dichosa, lo miraba con cara de loba que está a punto de atacar a su presa.
                   Desde ayer, tropas rusas avanzan sobre Checoslovaquia.
                  Con una pericia digna de encomio, le desabrochó y le quitó la camisa y luego hizo lo mismo con su blusa, tirando enseguida las dos prendas sobre una silla con exactitud milimétrica dejándolas casi colocadas para que no se arrugaran demasiado.
                   Mientras ayer ardía Saigón, hoy París se ha convertido en la sede de la guerra y de la paz.
                  El pantalón y los zapatos de Antuán Constantino desaparecieron como por arte de magia, y la falda negra de Carmela, la Dichosa.
                   Al mismo tiempo que americanos y vietnamitas inician los tanteos para el futuro acuerdo, los estudiantes franceses asolan la ciudad de París.
                  Las bragas y el sujetador de la mujer acabaron enseguida bajo la almohada, acompañados de los calzoncillos ennegrecidos y raídos de Antuán, que por el miedo más parecía que estuviera en el mismo centro de la ciudad de Saigón.
                   Más de quinientos heridos y otros tantos detenidos ayer, durante las manifestaciones del barrio latino.
                  Y ya no logró escuchar ni una sola noticia más, porque Carmela empezó a transitar con las manos de santa que Dios le había dado todo su cuerpo, y después con los labios despegados de par en par, desde la frente a los pies sin obviar zona alguna, es más, deteniéndose en las principales, pero desgraciadamente Antuán no reaccionaba como en medio de los callejones de la calle Sola, dejando en el risco con sus eyaculaciones figuritas de humedad parecidas a la porcelana, sino que se echó a llorar y a temblar como una vara verde, quizás porque le daba grima, o asco, y pena a la vez.


02 noviembre, 2010

Doblan las campanas para un adiós

(Ilustración: García Cabrera 2010/Campanario de Vega de San Mateo)


(Escrito y leído para CanariasAhora Radio el día 2 de noviembre de 2010) 


Doblaban las campanas en la iglesia del pueblo. Los lugareños pululaban por los alrededores como esperando algo, un no sé qué. Un hombre, enjuto y vestido de negro, se paró en seco en medio de la plazoleta, cerró los ojos y quiso sentirse aislado de todo, quizás intentando alejarse algo de la vida, de su vida, y de hallarse un poco muerto, también. Las campanas seguían majaderas. Un niño se acercó al hombre, tiró de su pantalón y le preguntó algo así como si estaba durmiendo de pie, pero el hombre no se inmutó, no movió un solo músculo de su cuerpo, es más, parecía que no respirara. Con una sonrisa pícara, el niño adoptó la misma postura, frente a frente, tal vez tratando de averiguar qué  podía sentir el hombre de aquella manera, como un pasmarote idiota, o simplemente deseando estar mucho más cerca de él, seguro. Lejana, se escuchó la voz fea de una mujer que gritaba tratando de llegar al lugar cuanto antes. Y no se supo nada más de los dos, lo juraron todos hasta la extenuación.