20 diciembre, 2021

 

FELICITACIÓN NAVIDAD 2021




El triunfo de la muerte/Pieter Brueghel el Viejo/Museo del Prado

 

Malos tiempos para felicitar

 

Ya de por sí la vida es una interrogante perenne, por tanto, en los tiempos que corren mucho más. Cuesta incluso felicitar, la corriente de la vida se transforma, pues cuánto suena cada golpe de aire traicionero en el fondo de un pozo tan desconocido como cobarde. De todas formas, baste la memoria, por tanto, el recuerdo placentero para cada cual sosteniendo la amistad o la ayuda mutua cuando sea menester.

Antolín Dávila

28 diciembre, 2020

 FELICITACIÓN NAVIDAD 2020




                La extracción de la piedra de la locura/ El Bosco/ Museo del Prado


La estoica existencia


Meditaba. Dudaba de ser feliz, quizá por sus miedos de costumbre o, acaso, por los temores del revuelo, ante la proximidad de la muerte que acobardaba a todos, esta vez sin tener en cuenta excepciones o prebendas, aunque al fin sin discriminar, como siempre. Recorrió, con su gran mano abierta, el camino desde la coronilla hasta la quijada. Terminó sonriendo, mientras pensaba que la vida es bella hasta el último suspiro, de modo que decidió seguir respirando, como si fuera la primera vez junto al seno materno, qué ya se vería.

Antolín Dávila


 

13 diciembre, 2020

Felicitación Navidad 2019

 



Muchachos cogiendo fruta/ Francisco de Goya/ Museo del Prado

La vida es un juego/ FELICITACIÓN NAVIDAD 2019

Necesitaban comer. Sonreían expectantes, temerosos y a hurtadillas, incluso a sabiendas de que si los descubría el señorito podría darles un par de latigazos y atarlos junto a las mulas. El objetivo estaba tan cerca que parecía imposible no alcanzarlo. Una, dos, tres y cuatro. Cuando lograron tener en la mano una pieza de fruta cada uno se miraron en silencio primero, se fundieron en un abrazo después y rieron alegres mientras se felicitaban la Navidad con el primer mordisco en el lugar más recóndito.

Antolín Dávila


20 diciembre, 2018

Felicitación Navidad 2018








El primer pantalón/Lamberto Alonso Torres/Museo del Prado www.museodelprado.es


Podría contarte tantas cosas de este año que finaliza… Por ejemplo, que ya no tengo canario que me despierte al amanecer con sus cantos alegres y agradecidos, y no se fue volando, precisamente, aunque sí feliz arrastrando su vejez, mientras el molinete que siempre lo acompañó, a mi parecer, ahora, gira lerdo y tristón porque ya no tiene admirador. Pero para qué contarte más, si los instantes placenteros de la vida que dejan de serlo tal cual se convierten en efímeros recuerdos que se ahogan en el olvido, no en latidos capaces de henchirte el corazón provocándote una linda sonrisa, un embeleso, una caricia fugaz, un sonrojo de amor. En fin, déjame felicitarte la Navidad 2018, que igual se me olvida.


www.antolindavila.com                                                                                          Antolín Dávila

19 diciembre, 2017

Felicitación Navidad



Detalle de El triunfo de Baco/Velázquez/Museo del Prado

Has llegado, querido Maxwell, para hacerme feliz, pero también para ayudarme a comprender que ya empiezo a ser viejo, y aunque pueda parecer una contradicción no lo es, porque tu presencia constituye la continuidad de la existencia en sí misma. Aquí me tienes, sentado en el escritorio luchando con las grafías como acostumbro, hermosa obsesión mucho más en este instante, porque me siento tan orgulloso de ti que, a pesar de los mares que nos separan, te veo en mi regazo acompañándome y pulsando el teclado del ordenador, como lo hizo tu padre cuando era chico, también regalándome gracias a través de las redes sociales con miradas sorpresivas que dedicas a tu papá, quien no es otro que mi hijo, además de ofrecerme sonrisas de infante, tan maravillosas como inesperadas, y sonidos guturales graciosos en busca de tu primera palabra. Por todo, amado Maxwell, quiero que me hagas un regalo más: déjame que tome tu pequeña mano y felicitemos juntos la Navidad de este año 2017 que te ha visto nacer.

www.antolindavila.com                                                                                           Antolín Dávila


22 febrero, 2017

Una juventud




Debate:       Una juventud

Autor:        Patrick Modiano

Fecha:        22 de febrero de 2017

Lugar:        Ámbito Cultural de El Corte Inglés

                    LAS PALMAS DE GRAN CANARIA



Nos encontramos ante la obra de un gran maestro de la literatura que, quizá, si nos fiamos de las sensaciones iniciales de lector, nos lleve a equívocos a la hora de hacer un análisis del transcurrir de la misma hasta su punto y final.
Lo primero que sorprende es que el presente solo aparece en las primeras dieciocho páginas de la novela, donde de manera efímera se manifiesta la vida actual de los personajes principales Louis y Odile, pues todo lo demás es pasado, y el pasado de los dos apenas lo envuelve la juventud y el conformismo.
A medida que se avanza en la lectura de Una juventud, de Patrick Modiano, las impresiones no pueden ser más desalentadoras, porque una sucesión de breves escenas, apenas insinuadas, desorientan al lector en gran medida, quien no encuentra ilación alguna en lo que se narra.
Mientras, un buen número de personajes secundarios, que aparecen y desaparecen sin más, se sumergen en el limbo de lo desconocido sin razón aparente, como si temieran ser partícipes de una historia que no les conviene.
De igual manera, nos encontramos con relaciones amorosas que apenas lo parecen, como la de Brossier y Jacqueline y la de Bejardy y Nicole Haas, y escenas de prostitución, en el caso de Odile,  que por su desarrollo superficial podrían ser calificadas como consentidas, cuando realmente surgen por la necesidad, o en otras situaciones similares que, por permitidas, no dejan de ser traumáticas para la protagonista y, sin embargo, suponen en la trama apenas una circunstancia más en la dura vida de una joven que se siente sola y sin amparo, como quien se ha convertido en su pareja después de un encuentro casual, Louis, tan joven y tan solo también.
Eso sí, infinidad de lugares del París de la posguerra, citados con minuciosidad salvo en contadas ocasiones,  enriquecen la lectura de la obra en gran medida.
Sí. Cuesta adentrarse en el mundo que nos propone el autor. El discurrir se hace lento y distante, avanza la novela sin alma, descrita con maestría desde luego, pero apenas apoyada por la continuidad de pasajes evocadores, nada más, que van apareciendo uno tras otro durante el discurrir de la historia y se esfuman a las primeras de cambio.
Si bien, en un momento dado, el interés del lector se despierta como consecuencia de la desconfianza que abruma a Louis en torno a quienes se convierten en sus benefactores primero y hasta mentores después, Bejardy y Brossier, dos hombres de dudosa reputación que se mueven en el mercado negro y en negocios muy poco transparentes que el propio Louis trata de averiguar.
Rematando, una trama efímera y un tanto insustancial, se termina sosteniendo en una operación de tráfico de divisas, la última, que da origen al final de la novela, final que resulta, paradójicamente, el más amable posible para el lector.
De todas formas, como la magia de la narrativa es sobrenatural, quiero pensar que el autor nos pretende resumir todo lo que no nos ha contado aprovechándose de las palabras de Bauer, un personaje que puede muy bien pasar desapercibido en la novela: Pero cuando hojeo este álbum y los miro, uno detrás de otro, me da la impresión de que son olas que han ido rompiendo por turnos.
Entonces Patrick Modiano, en Una juventud, con un estilo distinto y práctica novedosa, nos regala una particular visión de la vida basada en la presencia fugaz como la de las olas, al fin y al cabo cada uno de los acontecimientos más significativos que marcan la existencia del ser humano y van quedando atrás, igual que un trozo de roca cae despacio hacia el mar y desaparece entre un surtidor de espuma.


MI RELACIÓN PERSONAL CON LOUIS Y ODILE


Quedamos en tomarnos unos camparis en el bulevar, para así conocernos mejor. Ella, Odile, me parece una buena mujer, aunque de mirada un tanto sufrida; él, Louis, da la impresión de ser un conformista de la vida. Así, como de soslayo, los dos me han invitado a conocer París y sus andanzas por él cuando eran más jóvenes de lo que además son. La verdad que me crea muchas dudas esta posible amistad. En fin, esperemos a los efectos de los camparis.


Acudimos a la cita puntualmente. El camarero se puso a hablar con Louis, quizá aprovechando para perfeccionar su francés. Mientras, Odile, con un encanto especial, me contaba una anécdota de un travesti español que se buscaba la vida en París, quien en la primera actuación como tal, en una sala de fiestas, cayó fulminado en el escenario antes de empezar, al parecer porque no soportaba la presión del vestido que ella misma junto a su amiga Mary le habían confeccionado en sus ratos libres. La verdad: me sentía cómodo, incluso diría que muy bien, junto a la pareja.


En un momento dado, cuando Louis fue al baño, Odile me lo dijo en voz muy baja: ¿sabes que me he prostituido? Me quedé anonadado, sin palabras también. No sé si lo sabrá Louis, abundó ella. Al fin, le dije algo así: bueno, supongo que has tenido una vida muy complicada. Y traté de explicarme mejor: mira, ¿no has pensado con qué se prostituye una persona a cada instante?, pues nada más y nada menos que con la palabra. Me encanta como hablas, susurró la buena de Odile, y balbuceó apenas: nunca lo había pensado.


Seguíamos allí sentados. La tarde empezaba a refrescar. Miré el reloj: ya llevábamos charlando más de dos horas; y quizá íbamos por la tercera copa, si no por la cuarta, hasta el punto que los ojos de Odile parecían aturdidos. Louis puso su mano sobre mi brazo, me miró fijamente y me dijo: ¿sabes que de joven fui traficante de divisas? No, no lo sabía, le contesté. Sí, podía haber arruinado mi vida, pero la suerte quiso que fuera nuestra salvación y pudiéramos salir de las cloacas donde estábamos sumidos, si bien, no dejo de sentirme perseguido, aunque también feliz, porque gracias a ello Odile y yo somos personas y continuamos embarcados en nuestro amor. A fe que Louis me pareció un pajarillo indefenso, y valioso. 



Una copa de media tarde se había convertido en una serie hasta bien entrada la noche con luna de nieve. Louis y yo estábamos medio borrachos, y Odile, muy serena, brillaba más entre las luces y las sombras, preciosa. El momento era tan placentero que no queríamos despedirnos. Un mirlo sonámbulo se movió entre las palmeras. Mejor aquí que en París, escuché decir apenas a Odile. Me halagaron sus palabras. Al fin nos despedimos abrazándonos, como si nos hubiéramos conocido durante toda la vida, y quedamos para vernos por última vez el próximo día 22, a las siete de la tarde.

19 diciembre, 2016

Felicitación Navidad 2016






Quiso el hombre transitar por la vereda de su tiempo. Recordaba sus años de niño, con tan poco y con tanto a la vez. Quería sentirse joven, igual que lo fue, aunque ya era demasiado tarde. Entonces se miró al espejo, le hizo un guiño a la madurez y a la vida, sonrió un poco y se dijo que todo estaba mereciendo la pena. Ah, y se acordó de felicitar la Navidad.