02 noviembre, 2010

Doblan las campanas para un adiós

(Ilustración: García Cabrera 2010/Campanario de Vega de San Mateo)


(Escrito y leído para CanariasAhora Radio el día 2 de noviembre de 2010) 


Doblaban las campanas en la iglesia del pueblo. Los lugareños pululaban por los alrededores como esperando algo, un no sé qué. Un hombre, enjuto y vestido de negro, se paró en seco en medio de la plazoleta, cerró los ojos y quiso sentirse aislado de todo, quizás intentando alejarse algo de la vida, de su vida, y de hallarse un poco muerto, también. Las campanas seguían majaderas. Un niño se acercó al hombre, tiró de su pantalón y le preguntó algo así como si estaba durmiendo de pie, pero el hombre no se inmutó, no movió un solo músculo de su cuerpo, es más, parecía que no respirara. Con una sonrisa pícara, el niño adoptó la misma postura, frente a frente, tal vez tratando de averiguar qué  podía sentir el hombre de aquella manera, como un pasmarote idiota, o simplemente deseando estar mucho más cerca de él, seguro. Lejana, se escuchó la voz fea de una mujer que gritaba tratando de llegar al lugar cuanto antes. Y no se supo nada más de los dos, lo juraron todos hasta la extenuación.

2 comentarios:

Ricardo dijo...

Está claro que eres un maestro de este género o subgénero de la literatura. Un abrazo.

J.S. dijo...

Cómo nos come la vida las buenas costumbres, D. Antolín.
Ojalá las campanas de su relato sonaran para todos como alarma a nuestras dejaciones.
Una vez más ha sido maravilloso leerle. Estos relatos pueden decir mucho más que el mejor de los libros.
Un abrazo,