27 septiembre, 2010

El mendigo ilustrado

(Ilustración: Mendigo en Nueva York)


 
Quizás llevaba allí muchos días, o meses o años, en el porche de aquella casa de lujo distinguida con el número 9 de la calle 54, muy cerca de la Quinta Avenida. A su alrededor, tirados en el suelo, gente como Allan Poe, Mark Twain, Henri James, Ernest Hemingway y John Steinbeck andaban  alborotados y encerrados en puñados de páginas que él devoraba, para que le fuera pasando la vida con la historia de otras vidas más placenteras que la de él, o peores, por qué no. El mundanal ruido de la ostentación en grado sumo no lo distraían, al contrario, parecía aislarlo más en su cometido, y a fe que lo conseguía, aunque en diversos momentos se hallara en una verdadera jaula de grillos, donde muchos mantenían pulsos fratricidas, otros batallas sin cuartel, alguien ahorcaba a un gato sin compasión, algunos amores imposibles prevalecían ante odios ajenos ambiciosos y hasta un puñado de dichas humanas dejaban de serlo sin razón aparente. Sin embargo, el mendigo ilustrado, a cada instante, por el único hueco que le dejaban sus harapos, echaba un vistazo a Nueva York, y así, allá una limusina y acá una pareja mostrando su riqueza aparente, ora un hombre que le robaba una foto a hurtadillas ora una mujer descarada que le ofrecía un rictus de asco, bien un pobre infante que lo observaba con lástima bien la linda joven que salía del portal con su efímera minifalda enseñándole las braguitas  que tanta ilusión le hacían aún, tanta como los libros, que a menudo la misma muchacha también le regalaba, y los periódicos del día anterior, que de manera religiosa le llevaba el portero de la finca número 7 de la misma calle 54, donde solía encontrar una hamburguesa y algún botito de refresco o de lecha fresca, según la ocasión.

6 comentarios:

Cristina R. dijo...

Sólo usted tiene el don de obtener riquezas de la vida más pobre. Admiro su relato.

Unknown dijo...

La dignidad del ser humano se abre camino entre las letras de este relato. Es increible como en sólo unas pocas frases se pueda extraer tanto.

Muchas felicidades Antolín.

Anónimo dijo...

Auténticamente "Firmin"...

Un saludo,

Paula Nogales

Roberto A. dijo...

Tus palabras hacen magia con las sensibilidades. Me encanta.

Anónimo dijo...

Precioso texto.Magnifica ilustración y desbordante sensibilidad. Le felicito.

Moisés Morán dijo...

Buen relato Antolín.