20 octubre, 2009

El esplendor de un adiós


(Escrito y leído el día 19 de octubre de 2009 en el III Memorial Dolores Campo Herrero)


Yacía sobre un camastro arrinconado en el ángulo recto que formaban dos de las paredes de su mísero cuarto. Tapado hasta el mismo cuello con una manta rucia y maloliente, sus ojos desprendían aún, quizás, un destello de ilusión, por el contrario, cuando sacó una de sus manos escondidas portando un librillo amarillento que dejó caer al suelo a propósito, supimos todos, sin el menor atisbo de duda, que había optado por dejarse morir. Y así fue.

4 comentarios:

Maribel T. dijo...

Anoche tuve el placer de escucharlo en Cuasquías y hoy quise preguntar por usted a las nuevas tecnologías. Mi sorpresa ha sido encontrarme ya con su intervención del Memorial a Dolores. Puedo decirle que me impactó su narración por su voz. Supo darle lo que necesita un texto tan triste para ser hermoso. Felicidades. Espero volver a escucharlo alguna vez más en directo.

Alexis dijo...

Me gustó todavía más que ayer, maestro. Un abrazote.

Santiago dijo...

Genial, como siempre que se lee algo tuyo, Antolín. Pero encima leído por ti resultaba todavía más grandioso. Un fuerte abrazo

Rosario Valcárcel dijo...

No pude asistir porque estábamos de viaje.
Tu texto es vibrante, con un profundo sentimiento. Y duro porque cuando tenemos que recordar a una amiga de la categoría de Dolores Campos las palabras parece que se empequeñecen.