01 enero, 2009

La vida es una apuesta


(Ilustración: La Venus del Espejo/Velázquez)


Ha terminado el año. La apuesta está ganada: uno a dos; es decir, hemos apostado una vida, nuestra vida, y hemos sobrevivido, de modo que podemos considerar, cronológicamente claro, que emprendemos otra, o sea, el dos. Sin embargo, no es suficiente, porque la vida en sí misma es guerra y paz, amor y odio, concordia y desavenencia, aborrecimiento y benevolencia, y mucho más y todo.

Yo apuesto por la desnudez del amor, porque la sinrazón se suma por las alcantarillas y se la coman las ratas hediondas, pero también por la coherencia, por la dignidad, por el pensamiento, por la palabra, por el desprendimiento, incluso por la comprensión cuando no haya egoísmo, sí, cuando no haya egoísmo, por favor, o sea producto de la idiotez hecha carne y hueso, pues sólo en este caso decidiré apostar por ser comprensible.

¡Hagan juego, señoras y señores! La apuesta de la vida está abierta, y en cueros.

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