El capitán de la ilusión
Como sabes, esta
trastienda es mi confesionario. Sí, ocurrente me ha parecido siempre este lugar, y hasta
pintoresco, creo. Te decía que quiero darle un vuelco a mi vida. ¿Y eso? ¿Has
pensado alguna vez en la hoz de la muerte? Bueno, en la muerte sí, algunas
veces, pero no sé a qué viene a cuento lo de la hoz. Fácil: alguien o algo te
siega la vida; quizás no lo entiendas si nunca has tenido una hoz en la mano y
has segado la hierba, si lo hubieras hecho… Tal vez, como todo en esta vida mejor
experimentarlo. Así es. Pues dime, hombre, lo que te atormenta. No, no es que me atormente, se trata,
simplemente, de que quiero cambiar mi forma de mi vida, aunque a fuerza de ser
sincero, y créeme, me siento temeroso. Los temores son precisamente la cobardía
de la vida. Pues a lo mejor hasta tienes razón: sabias palabras. ¿A qué vuelco
de la vida te refieres? Sinceramente, no sé explicártelo bien, aunque algo así
como encontrar tiempo para observar y disfrutar cuán arrogante es el canario
cantando en la cima misma de un ciprés,
ensimismarme con un humilde mirlo mientras busca ansioso la comida más
hedionda para llevar a sus hijos y a su pareja solitarios en el nido mientras
no deja de llover y hasta sonreír dulcificando mi semblante ante una
insignificante hornera aún construyendo su nido, la muy tonta. ¡Buf!, toda una
clase de ornitología, querido amigo; sin embargo, sigo sin enterarme de lo que deseas,
más bien de lo que pretendes, vamos. Mira, a ver, quizás intento acariciar unos
senos lindos que me regale la vida aunque se esfumen de repente, sentir unos
gestos desinteresados y placenteros en medio de tanto egoísmo y mediocridad, fijarme
y valorar la sonrisa de un niño, desplazarme al unísono con la brisa en busca
de una gaviota hermosa, incluso… qué se yo, percibir la libertad sin
obligaciones perennes. Es decir, algo así como vivir sin ser sometido. Sí, tal
vez. A fe que te propones cosas muy complicadas de conseguir, porque la vida no
deja de ser una vereda pedregosa, que casi siempre te impide caminar como lo
deseas. Quiero convencerme de que puedo, que las piedras del camino no me lo
van a impedir, por muchas dificultades que tenga y deba superar. ¿Te sientes
viejo? No, qué va, todo lo contrario. Entonces… ¿por qué masticas tu
existencia? Tal vez, precisamente, porque quiero saborearla sin cortapisas
antes de que no tenga dientes para hacerlo. Está claro: te sientes viejo. Te
repito que no, ¿y sabes por qué?, pues porque todavía me alimenta la ilusión, y
mientras la tenga, seré joven, tanto como yo quiera, sin importarme los años
que llevo a cuestas. No sé por qué, pero me da que en vez de aspirar a la
felicidad y a la libertad lo que buscas es complicarte la vida más de lo que ya
realmente es. Puede ser, sin embargo, voy a intentarlo, porque siempre hay un
lugar en la senda de la vida donde echar un descanso, para luego continuar. ¿No
serás un iluso? ¿Y por qué no un optimista? A lo mejor. Déjame decirte lo que
pienso hacer… Como tú quieras. Me embarcaré en el primer balandro que
encuentre, tomaré el rumbo que me dicte el viento, gritaré a las olas cómo me
sienta mi nueva juventud, diré a mi amada que aún el roce de su piel con mi
piel me despierta el amor, suspiraré tan profundo que los hálitos de mi vida
volverán a ser jóvenes y hasta quizá, sí quizá, un hermoso y bobalicón delfín
me guiará y acompañará durante toda mi travesía hasta un lugar paradisiaco
donde seré recibido como un capitán. ¿Un capitán? Sí, el capitán de la ilusión.
Desde luego que puede ser maravilloso, amigo. Lo será, si soy capaz de
encontrar el aliviadero necesario, la escorrentía precisa que me conduzca a una
nueva vida sin ataduras.
2 comentarios:
Compositor de relatos, y "pensador" infinito. Gracias por compartirlo. (.)
¡Insuperable texto Antolín, digno del magnífico escritor que eres!
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