24 marzo, 2009

Nos veremos a la sombra de un ciprés


(Foto: Margarita Ramírez)



Miró como si fuera un enemigo el papel en blanco. Escuchaba Fever en la voz de Ella Fitzgerald. Recordó sus pasos de niño, sus saltos de joven, sus dudas de hombre y su malestar de ya viejo y enfermo. Sonaba entonces R.E.M. y su Everybody hurts, y le asaltó la nostalgia del amor. Escribió apenas una palabras, algo así como se me escapa la ilusión. Los cantos de sus canarios presagiaban algo muy distinto, sabedores quizás de que el hombre se había quedado embelesado y sonriente mirando un ramito de frisias y narcisos que tenía sobre la mesa, pero no fue así, muy al contrario, porque con los primeros sones de Streets of Philadelphia y la voz de su venerado Bruce Springsteen apagó el aparato musical y no cogió la llave, como de costumbre, para cerrar la puerta y tomar la calle de todas las tardes donde acostumbraba a pasear su soledad, sino que raudo se dirigió al balcón, no sin antes escribir una última frase que hizo estremecer al señor juez: Nos veremos a la sombra de un ciprés.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Un relato fantástico. Un personaje de novela siempre es un personaje que interpreta la vida.

Anónimo dijo...

Duro, oiga, pero eficaz. A veces tus palabras son precisas y crueles como hojillas gillette.

Anónimo dijo...

Un texto muy profundo. Pero no me gustan los cipreces.

Anónimo dijo...

He encontrado este blog por casualidad y me ha sorprendido enorme y gratamente. La sensibilidad del autor y la descripción de cada secuencia, han conseguido crear en mi imaginación el escenario de lo que escribe. Al fin y al cabo, lo que siempre buscamos cuando queremos evadirnos del que ya es nuestro mundo.
No he podido leer todas sus publicaciones, pero ya tomo nota de su blog para visitarlo siempre que me sea posible, será todo un placer para mí. Muchísimas gracias por compartir sus relatos con el mundo.