Siempre lo he
pensado. ¿A qué te refieres? Lo tengo
claro. No te entiendo. Es del color de las paredes de esta trastienda. ¿De qué
me hablas? Del silencio. ¿Quieres decir que el silencio tiene color y, además,
es amarillo? Sí, sin duda alguna. ¿Estás bien?: ¿en tus cabales? Nunca he
estado mejor. Bueno, si tú lo dices; aunque me vendría de perlas una
explicación, por mínima que sea, porque me haces sentir incluso un poco tonto. Es
normal. ¿Ah, sí?; ¡caramba!; desde luego, no me había percatado que mi mente es
estúpida, porque hasta ahora no ha reconocido color alguno que pinte el
silencio. Tampoco te molestes, amigo mío; hay cosas que se les escapan a uno,
por muy evidentes que sean. ¿Evidente que el silencio tiene color? Sí, como el
desamor, por ejemplo. Ah, que también tiene color el desamor; ¡joder!, me dejas
asombrado; ¿y de qué color es el desamor?; dímelo, por favor, para no comprarme
jamás una camisa igual. El desamor es de color negro. ¡Vaya!; pues hasta me
parece bonito para lo que significa el desamor; sin embargo, no me pega mucho
el amarillo para el silencio. Todo tiene su explicación, querido; a ver cómo te
lo aclaro: el amarillo es llamativo, de modo que muy parecido al silencio, que
también lo es; acaso, ¿no nos pasamos la vida hablando?, pues cuando no lo
hacemos llamamos la atención, ¿o no?, parece como si estuviéramos un poco
muertos, o perdidos, sin juicio aparente. ¡Caramba con esta trastienda!: ¡cuántas
cosas aprende uno aquí dentro! No es el lugar, ni el ambiente que pueda haber,
son los pálpitos de la vida, de cada uno, en este caso de mí mismo. Sí, quiero
entenderlo. El otro día, y no te lo vas a creer, me topé con la ansiedad. Y
tiene color, claro. ¿Te mofas de mí? ¡No, hombre!; pero si el silencio es de
color amarillo y el desamor de negro, quiero pensar que la ansiedad también
estará pintada; y por qué no, claro, a la vista de tu sabiduría. Aunque sé que
no me estás creyendo nada en absoluto, no me importa, porque terminaré
convenciéndote de lo que estoy diciendo: ya lo comprobarás cuando salgas de
aquí y seas capaz de pensar. ¡Buf!; ahora hasta me asustas, amigo; pero fíjate,
me voy a atrever: pintaré para ti la ansiedad, y a lo mejor hasta acierto. Al
fin parece que te ha llegado la cordura. La ansiedad, sí, la ansiedad es de
color rojo, seguro. No ves más allá, querido amigo, de un palmo de tus narices.
¿Ah, no es de rojo? No, estás confundido; no sé por qué me da que aún no has
encontrado una explicación a tu existencia. ¡Joder! De rojo es el amor, hombre;
no, si al final vas a ser tonto, y que conste que esto lo has dicho tú, no yo. ¿El
amor de rojo?; ¡caramba, caramba!; pues si te digo la verdad, yo lo hacía
blanco, blanco y puro con un toque cristalino. ¡La ansiedad sí que es de color
blanco!; piensa un poco, ¡por Dios!; ¿en qué mundo vives o qué has hecho de tu
vida en este mundo?; me resulta inexplicable que estés tan ciego, o seas tan
ciego de la realidad de tu existencia. Dame una explicación, por favor, pues me
estás hundiendo en la miseria: ¿cómo puede ser blanca la ansiedad? Simple y
llanamente porque la pureza que encierra el blanco es inalcanzable, amigo mío,
y todos tratamos de alcanzarla para encontrar la paz, pero nunca la hallamos, y
eso se convierte en un sinvivir, y eso es la ansiedad mostrando su blancura,
siempre presente como una novia también de blanco que jamás llega al altar, porque
algo o alguien se lo impide. ¡Me vuelves loco!; ¡ya creo que estoy loco de
remate!; ¡quiero acabar con esta conversación! Tampoco te lo tomes así. Dime,
al menos, por qué el desamor es negro, y ni una palabra más. Porque se le ha
apagado la luz al corazón, sin más. ¡Nunca más pisaré esta trastienda que ahora
me parece inmunda! No me digas eso, amigo mío, que sabes bien de nuestro
aprecio mutuo durante tantos años. Me voy, jamás volveré aquí, salvo que
encuentre el color de mi alma, que no sé si será igual que el de la tuya.
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3 comentarios:
Como siempre un fantástico relato que sorprende a cualquiera Antolín. Pena que no los cultives más a menudo. Gracias porque es un regalo para mí leerte.
... y que color le pondrías a lo imposible? Con tu relato me has despertado curiosidad por poner un color a cada sentido; me encanta!
Precioso. Me encanta el análisis que haces de esas sensaciones y sus colores. Espero,en la próxima ocasión,continuar percibiendo el resto de colores del arco iris...
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