22 diciembre, 2008

Felicitación Navidad 2008


Sentado en el borde del estanque, con las piernas provocando al vacío, la sombra de su sombra se encogía dejando sobre el agua una estela indeterminada, que no era otra cosa que los recuerdos de su vida. Y cerraba y abría los ojos por momentos, embelesado, en busca de su pasado, pero no encontraba sino nenúfares blancos, azules, amarillos y perfumados, al fin sus amigos, a quienes decidió felicitar la Navidad.

18 diciembre, 2008

El borrico triste


(Ilustración: Anónimo)


Siempre estuvo en el mismo sitio, dando la impresión de haber nacido, crecido, trabajado y envejecido allí mismo, junto a la era y sus alrededores, un sinfín de caminos estrechos con orillas cubiertas de cardos, donde él, con la cabeza gacha y el ánimo desprendido, iba comiendo mordisco aquí y mordisco allí como si fuera lo último que hiciera en la vida.
Rucio, apagado y medio cojo, dejaba una marca de tristeza a su paso, y nadie lo oyó jamás rebuznar, ni revolcarse en la tierra fresca una tarde de verano, mucho menos enseñar sus dientes amplios y amarillentos de vejez.
Los niños jugaban a su alrededor y, de vez en cuando, le acariciaban sus inmensas orejas y le hacían carantoñas de amistad, pero el borrico tristón nunca regaló una sonrisa y sólo dejaba ver apenas los ojos que Dios le dio y que nunca alumbraron su vida, porque no hubo sol para él, sólo una mancha negra extendida.